Con más de tres millones y medio de puntos, destroza el anterior registro en el célebre videojuego de 1980
Clark Kent.
El simpático Conde Draco ostenta el nuevo récord mundial en el 'Comecocos' tras batir el registro de 3.333.360 puntos en una extenuante partida que ha durado casi ocho horas. Según ha confirmado el propio Libro Récord Guiness, el personaje de Barrio Sésamo ha establecido la nueva marca en 3.500.053 puntos. ¡Enhorabuena!
El logro, sin duda épico, ha contado además con la dificultad añadida de que el Conde Draco, a la par que daba esquinazo a los fantasmas, iba contando a viva voz y a una velocidad de vértigo el número exacto de puntos que iba cosechando. “Ha sido increíble. Hay que felicitarle”, ha declarado Billy Mitchell, leyenda de los videojuegos que ostentaba el honor de ser el primer jugador en firmar una 'partida perfecta' en el Pac-Man completando los 255 niveles que componen el arcade. El Conde Draco logró rebasar el récord de puntos tras superar el legendario nivel 256, lo nunca vista hasta ahora, ya que en el conocido como “Split-Screen Level” la parte derecha de la pantalla aparece distorsionada. Aún así, Draco fue capaz de comerse todos los puntos brillantes del laberinto sin ser atrapado por los bichos malos.
Superado el nivel 256, el juego se reinició desde el primer nivel y el Conde Draco, para sorpresa general de los privilegiados que pudieron contemplar in situ tamaña hazaña, siguió comiendo cocos y engullendo fantasmas, cerezas, naranjas y todas las frutas que le iban saliendo al paso a velocidad de vértigo e, insistimos, sin dejar de cantar los dígitos de la abismal puntuación que iba alcanzando.
Entre vítores y frases de aliento, el Conde Draco siguió jugando hasta que se cansó. Así de sencillo. Superados los tres millones y medio de puntos y con la máquina echando humo, el campechano personaje soltó el joystick, levantó su capa con los dos brazos y cantó el “tres millones quinientos mil cincuenta y tres” antes de soltar una estruendosa carcajada que, al unísono, fue acompañada de una abrumadora ovación. Un colofón perfecto y una manera de decir, “ahí queda eso. Superadlo”. Desde Hay que estar al Loro sólo podemos decir una cosa: ¡Bravo!
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