viernes, 17 de agosto de 2012

UNA DOCENA DE 'PAPARAZZIS' HOSPITALIZADOS TRAS SER AGREDIDOS POR POPEYE

Los reporteros de la prensa rosa están fuera de peligro pero con magulladuras hasta en el carnet de identidad
Macario el Becario.
Doce reporteros de la prensa rosa tuvieron que ser ingresados ayer por la noche en el Seattle Grace Mercy West con heridas de diversa consideración tras ser golpeados brutalmente por Popeye 'El Marino'. Las vidas de los ‘paparazzi’ no corren peligro, si bien tendrán que pasar una buena temporada en el hospital para recuperarse de las heridas registradas durante la brutal paliza recibida.

Según informan fuentes totalmente fidedignas, los hechos se produjeron a la salida de un conocido y exclusivo restaurante de siete tenedores al que Popeye y su pareja, Olivia Olivo, habían acudido para cenar. Una nube de fotógrafos y carroñeros les esperaban allí y acribillaron a la pareja con preguntas sobre la situación de la relación de ambos aludiendo a rumores sobre una supuesta infidelidad de Olivia con Brutus. Las preguntas no gustaron nada a Popeye, que pidió a los allí presentes que les dejaran “en paz” y que no pensaban hacer declaraciones. Pese a los ruegos del marinero, las cámaras no cesaron de grabar a la pareja, mientras estaban a la mesa, a través de los cristales del escaparate del local.

Una vez terminada la cena, Popeye y su compañera salieron a la calle con la intención de tomar un taxi y los ‘paparazzi’ se les echaron encima. “Dientes, dientes, que eso es lo que les jode”, masculló Olivia por lo bajini mientras las preguntas de los del ‘corazón’ les llegaban por todos los lados. ¿Olivia, es verdad que te has tirado a Brutus? ¿Qué tal sientan los cuernos, Popeye? ¿Os vais a separar? ¿Cómo es Brutus en la cama? ¿Quién es mejor amante, Brutus o Popeye? ¿Olivia traga o ‘esputa’?

Ni que decir tiene que el cabreo de la pareja se hizo patente. Visiblemente enfadado, según recogen las grabaciones de los programas rosas, Popeye se encaró a los medios gráficos con las siguientes palabras: “¡Sois una puta basura! Vosotros y los dueños de las cadenas. ¡Basura! ¡Mierda! Eso es lo que sois. Queríais eso, ¿no? Pues sois basura. ¡Tú basura, tú también! Iros al alcalde de Marbella, si tenéis cojones. Iros al presidente del Gobierno. Al presidente del Gobierno, al de la comunidad. Dejad ya a los actores, payasos”, espetó Popeye malhumorado a la prensa del corazón. Pero la cosa no quedó ahí. “¡Mugrosos! ¡Harapientos! ¿Eso es lo que queríais? Unas declaraciones fuertes. ¿Eh? ¡Sois unos cerdos! Eso es lo que sois. ¿Eso queráis saber? ¡A MAMARLA!”, gritó Popeye furioso.

Al parecer, aquello no disuadió a los ‘paparazzi’. Uno de ellos se atrevió a contestar a Popeye, pero quizás no calibró su comentario. “A mamarla la Olivia, que es la experta. Pregúntaselo a Brutus”, comentó un fotógrafo, que aguantó cinco segundos más con la dentadura intacta. Fue el tiempo, cronometrado, que transcurrió desde que Popeye se sacó del bolsillo una lata de espinacas para apretujarla y tragarse su contenido. Lo siguiente que hizo fue soltarle un gancho de izquierdas al osado charlatán para hacerle volar su quijada. Lejos de amedrentarse, sus colegas de profesión siguieron grabando y tirando fotos. Y recibiendo hostias. Popeye no se cortó un pelo y repartió mamporros a diestro y a siniestro.

En total, golpeó a una veintena de ‘paparazzis’, de los cuales doce tuvieron que ser trasladados en ambulancia. Se contabilizaron trece cámaras de televisión estampadas contra el suelo, quince aparatos de vídeo destrozados y diecinueve cámaras fotográficas hechas añicos con sus respectivos objetivos. La cosa hubiera ido a mayores si no llega a hacer acto de presencia una patrulla de ‘Pacific Blue’ en bicicleta para calmar un poco a Popeye. “¡Soltadme, que no he acabado todavía con todos ellos!”, gritaba Popeye mientras era reducido por los agentes T.C. Callaway y Cory McNamara. Cogió el relevo Olivia para lanzar escupitajos contra los fotógrafos que aún quedaban en pie.

El penoso incidente podrá contemplarse durante las próximas semanas en los amagos de programas que todos sabemos y que dan por las tardes y por las noches. Hay que estar al Loro. Es la penitencia que tenemos que pagar por ser tan tontos y seguir dando audiencia a estos espacios.

Y ahora, si me disculpan, voy a vomitar.

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